La autoeficacia es definida por Bandura como la confianza en las propias capacidades y habilidades a la hora de ejecutar una tarea difícil o desafiante y que finalmente conlleva que el desempeño sea el esperado (Gómez Perdomo et al. 2017).
Según Bandura, los individuos juzgan sus propias capacidades y consiguen una autopercepción de las mismas, lo cual les lleva a aumentar o disminuir su motivación. La fragilidad de estas autopercepciones de eficacia se pone de manifiesto en los deportes más competitivos en el momento en que se producen derrotas. En esos casos, la labor del entrenador (y del entrenamiento) es básica para disminuir esa posible pérdida de eficacia, así como para disminuir la autopercepción negativa (Antón & Rodríguez 2012).
Cuando la persona se percibe como altamente capaz para realizar determinada tarea, muestra un gran interés y compromiso, invierte más tiempo y esfuerzo, anticipa resultados, planifica metas, hechos que le permiten al individuo aumentar el esfuerzo requerido para la tarea y persistir aunque tenga dificultades o adversidades, además de mostrar una mejora en el rendimiento como resultado de un buen proceso de preparación (Rojas 2007).
El optimismo es un constructo de la personalidad que actúa como factor determinante cuando el deportista se encuentra en situaciones de presión, marcando en numerosas ocasiones la diferencia entre como los deportistas gestionan las situaciones adversas y afrontan las dificultades en situaciones similares. En este sentido, una persona con expectativas favorables incrementará su esfuerzo por conseguir un objetivo. En el estudio de Seligman (1990) se expone a los deportistas a una situación de derrota en condiciones controladas. Cada nadador realiza una serie en su estilo y distancia preferente, recibiendo un feedbackerróneo (negativo) sobre el tiempo realizado. Tras unos minutos de descanso, los nadadores repiten la prueba con el objetivo de mejorar el tiempo. En general, los nadadores con perfil pesimista empeoraron sus resultados en la segunda prueba. Por otro lado, los sujetos con perfil optimista, igualaron e incluso mejoraron los tiempos de la primera prueba. Los resultados mostraron la importancia del optimismo estudiado, en este caso, a través de las pautas explicativas como posible causa de éxitos y fracasos en el deporte. Posteriormente, Martin-Krummet al. (2003), con una muestra de sesenta y dos jugadores de baloncesto, llevó a cabo una prueba, dando una información de fracaso en la ejecución de un dribbling, y midiendo optimismo y ansiedad. De acuerdo con su predicción, en la segunda prueba, similar a la primera, los participantes optimistas se mostraron menos ansiosos (evaluado por la aceleración del ritmo cardíaco), con más confianza en sí mismos, y obtuvieron mejor rendimiento que los participantes pesimistas (Ortín Montero et. al. 2011).
El trabajo de Ortín Montero et. al. (2011) realizado con nadadores, llega a las mismas conclusiones que los trabajos citados anteriormente “los optimistas obtienen mejores resultados luego de un suceso adverso y los pesimistas peores resultados”.
En el estudio de Dweck & Licht (1980) realizado durante 5 años con escolares, los investigadores llevaron a cabo una prueba con el objetivo de evaluar a los alumnos en su perfil de optimismo, entregando una serie de problemas sin solución y otra con una solución muy sencilla. Después de realizar la primera prueba en la que de alguna manera se provoca frustración en los alumnos por no superarla, la diferencia fue notoria. Los niños evaluados como optimistas mantuvieron el nivel esperado en la segunda prueba e incluso algunos superaron su rendimiento habitual. Por otro lado, los niños pesimistas cometieron numerosos errores en la segunda prueba, haciendo en ocasiones afirmaciones sobre lo que no lo conseguirían puesto que no habían sido capaces de lograrlo en la primera ocasión (Montero & de los Fayos 2012).
Autores señalan que aspectos como las agresiones a los compañeros generan tendencias pesimistas en los agredidos, indicando que ser objeto de bullyingexplica hasta el 20% de la varianza en optimismo a estas edades (Montero & de los Fayos2012).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
•Antón, A. M., & Rodríguez, G. S. (2012). Las teorías sobre la motivación y su aplicación a la actividad física y el deporte. Lecturas: Educación física y deportes, (164), 8-8.
•Gómez-Perdomo, G. E., Meneses-Higuita, A. C., & Palacio-Montes, M. C. (2017). La satisfacción laboraly el capital psicológico: factoresque influyen enel síndromede burnout. Ansiedady estrés, 23(2-3), 71-75.
•Montero, F. J. O., & de Los Fayos, E. J. G. (2012). Influencia del optimismo en la actividad física y el deporte. Revista Universitaria de la Educación Física y el Deporte, (5), 15-21.
•OrtínMontero, F. J., Garcés de Los FayosRuiz, E. J., Gosálvez, J., Ortega Toro, E., & OlmedillaZafra, A. (2011). Optimismo y ejecución en el deporte en situaciones adversas. Replicando a Seligman1990. Revista de Psicología del Deporte, 20(2), 0491-501.
•Rojas, N. G. (2007). Implicaciones de la autoeficacia en el rendimiento deportivo. Pensamiento psicológico, 3(9), 21-32.