El código deontológico del trabajo social establece como principios básicos la autonomía personal (entendida como la capacidad de tomar decisiones y actuar de forma independiente) y la autodeterminación (comprendida como la capacidad de decidir por sí mismo sin imposiciones ni presiones externas).
Este dilema ético debe abordarse desde una perspectiva responsable por parte del trabajador social cuando se enfrenta ante una situación en la que existe riesgo, y en la que la no intervención puede acarrear una omisión de ayuda, causando que el problema se agrave cada vez más.
Una intervención desde una mirada paternalista puede llegar a anular la capacidad de decisión de la persona, pero la falta de intervención en una situación vulnerable y necesaria, puede implicar consecuencias graves.