El bullying puede dejar secuelas emocionales duraderas. A largo plazo, las víctimas pueden desarrollar ansiedad, depresión, baja autoestima, trastornos del sueño e incluso pensamientos suicidas. También puede afectar sus relaciones sociales y su rendimiento en la vida adulta. Por eso, es importante intervenir a tiempo y brindar apoyo psicológico.