Algunos beneficios que aporta el trabajo social en el ámbito de la salud son diversos, ofrece un punto de vista sobre la enfermedad de los pacientes más centrado y holístico en el que se tiene en cuenta el contexto social e histórico de la persona, ofrece una visión individualizada y centrada en la persona, recomienda y gestiona los recursos más adecuados y efectivos para lograr el mayor potencial posible de la persona, fomentar su autonomía e independencia, además aporta su conocimiento sobre las herramientas y recursos específicos más idóneos. El o la trabajadora social se enfrenta también a múltiples desafíos de diversa naturaleza, por ejemplo se tiene que adaptar a las nuevas necesidades de la sociedad que cada vez son más complejas de satisfacer por la existencia de políticas sociales aprobadas y publicadas pero sin embargo no existen suficientes recursos para la población, y cada vez son más las personas que necesitan asistencia, además se enfrenta a un problema de jerarquización de las necesidades de los pacientes y de dilemas éticos y morales.
El trabajo social en equipos interdisciplinares de salud aporta grandes beneficios, como un enfoque integral del paciente, mejora en la calidad de atención, prevención de riesgos sociales, facilitación de transiciones y promoción de la equidad. Sin embargo, enfrenta desafíos como diferencias en la formación profesional, falta de reconocimiento, dificultades en la coordinación, sobrecarga emocional y barreras organizativas. A pesar de estos desafíos, su contribución es clave para un tratamiento integral y efectivo de los pacientes.