The beliefs, values and norms of one's home (where one was nurtured) largely influences the choices and decisions of a child.
However, children shape this sociocultural influences they were trained with together with other cultural influences (some borrowed from the West etc.) to create their own development (which is likely to deviate a bit from their parents handed over sociocultural drivers).
Es de extrema importancia el influjo real en el sociocultural en la personalidad no tomada esta pro el sentido de temperamento y puesto que se define como contornos sociales estereotipados conformados por la cultura. En todas sociedades existen tipologías predominantes de personalidad llamadas personalidades básicas que se forman pro el conjunto de características concordantes con el orden total de las instituciones. Los individuos son productos de sociedades diferentes.
Esta interrelación entre cultura y personalidad plantea que en la mayoría de las situaciones se reflejan las influencias del contexto social y este puede ser reflejado a través de los sistemas de personalidad. Así la comprensión de la estructura social deberá pasar por la comprensión de los factores de personalidad.
Vygotski, aporta con un conjunto de ideas, realmente esclarecedoras:
Ø Para el ser humano el tiempo es algo mas que una propiedad de la materia y una dimensión física. El tiempo humano es historia, la historia de su surgimiento y desarrollo como ser social, en interacción con los demás, es su naturaleza histórica, diferente de su naturaleza biológica.
Ø En el hombre las relaciones con la naturaleza están mediadas por los instrumentos de trabajos. Estos cristalizan, contienen el conocimiento precedente de toda la humanidad. Son portadores de la cultura y en tal sentido son mediadores, lo cual forma parte de la naturaleza cultural del ser humano.
Ø La apropiación como el paso de un plano social externo a un plano individual interno de los productos histórico-culturales de la humanidad, es al mismo tiempo un proceso de construcción de las funciones psíquicas superiores, de su transformación y desarrollo.
Ø El contenido psíquico ontogenético aparece primero en un plano interpsíquico, como relación intersubjetiva y luego en un plano intrapsíquico, constituyendo esta la ley genética fundamental del desarrollo psíquico.
Ø En el niño existe una zona de desarrollo potencial entre lo que él sabe hacer sólo y lo que puede hacer con ayuda de los demás. La enseñanza es desarrolladora cuando se organiza desde este espacio.
Ø Para cada sujeto, en cada etapa de su desarrollo hay una especial combinación de las condiciones internas y las condiciones externas que determinan el curso de su desarrollo psíquico, a lo que Vigotsky denominó situación social del desarrollo.
La dialéctica cultura-personalidad es muy compleja a partir de las influencias de la sociedad desarrolladas en unos contextos sociales muy complejos y con una fuerte heterogeneidad de las influencias culturales.
Las décadas de los sesenta y setenta, conocen el nivel de crecida de la psicología transcultural experimental, la “revolución cognitiva” y otras posibilidades. Una de éstas es, retroceder a las primeras décadas de la psicología y emprender un camino no transitado, aquel a lo largo del cual la cultura se coloca en el mismo nivel que la biología y la sociedad moldeando las naturalezas humanas individuales. Es la psicología cultural, una importante manifestación de finales del siglo XX.
Sus representantes son Toulmin, Price – Williams, Boesch, Barker, Shweder, Bruner y otros. Según Shweder, ningún ambiente sociocultural existe o tiene identidad con independencia de la manera en que los seres humanos captan significados o medios a partir de él, mientras que la subjetividad y la vida mental de todo ser humano se altera por el proceso de captar significados y medios a partir de algún ambiente sociocultural y utilizarlos. El proceso dual de moldear y ser moldeado a través de la cultura supone que los seres humanos habitan mundos “intencionales” dentro de los cuales las dicotomías tradicionales de sujeto y objeto, persona y ambiente, etc. no se pueden separar analíticamente y ordenar temporalmente en variables independientes y dependientes. La visión de Bruner, también subraya la premisa de que la experiencia y la acción humanas se moldean por nuestros estados intencionales. La psicología cultural sitúa el surgimiento y el funcionamiento de los procesos psicológicos dentro de los encuentros cotidianos mediados social y simbólicamente de las personas en los acontecimientos vividos de su existencia diaria.
Según Cole (1999), las características principales de la psicología cultural son las siguientes:
- Subraya la acción mediada en un contexto
- Insiste en la importancia del “método genético” entendido ampliamente para incluir los niveles histórico, ontogenético y microgenético de análisis
- Trata de fundamentar su análisis en acontecimientos de la vida diaria
- Supone que la mente surge en la actividad mediada conjunta de las personas. La mente es, pues, en un sentido importante, “co- construida” y distribuida
- Supone que los individuos son agentes activos en su propio desarrollo, pero no actúan en entornos enteramente de su propia elección
- Rechaza la ciencia explicativa causa – efecto y estímulo – respuesta a favor de una ciencia que haga hincapié en la naturaleza emergente de la mente en actividad y que reconozca un papel central para la interpretación en su marco explicativo
- Recurre a las metodologías de las humanidades, lo mismo que de las ciencias sociales y biológicas.
En la psicología transcultural, la cultura es generalmente tratada como una variable independiente, y por lo tanto es implícitamente externa y es distinguible de la personalidad del individuo (Lonner y Adamopoulus, 1997, citados por Church 2003 ). En contraste con la psicología transcultural, los psicólogos culturales ven a la cultura y a la personalidad como “mutuamente constitutivos,” y cómo va “construyéndose el uno al otro,” y como apoyándose el uno al otro . En este sentido, la misma naturaleza del ‘Yo’ es vista como algo construido socialmente y por lo tanto variable a través de las culturas, y la existencia de los rasgos de la personalidad como algo relativamente independiente de la cultura en cuestión. Shweder (1991, citado por Church 2003 ) define a la psicología cultural como “el estudio de la manera en que las tradiciones culturales y las prácticas sociales regulan, expresan y transforman la psique humana, resultando así en una menor unidad psíquica para la humanidad y menos divergencias étnicas sobre la mente, el yo, y las emociones” . Porque, como él dice, la subjetividad y la vida mental de cada individuo son alteradas a través de un proceso de obtención de significados y recursos del ambiente especifico sociocultural (i.e., la persona como sujeto simbiótico), las personas y culturas “se ínterpenetran cada una en su identidad y no pueden ser analizados en variables dependientes e independientes” . Es por ello que Shweder no cree en la existencia de dimensiones de la personalidad y de los procesos que son independientes de la cultura –por ejemplo, él rechaza la existencia de un “mecanismo universal central de procesamiento”– y, en cualquier caso, sugiere que tales universalidades sólo explicarían un poco acerca de las características intrínsecas del funcionamiento psicológico Markus y Kitayama (1998; Kitayama y Markus, 1999, citados por Church 2003 ) discuten que diferentes suposiciones sobre las concepciones de la personalidad existen en las culturas y que éstas están caracterizadas por puntos de vista independientes e interdependientes acerca del yo (Markus y Kitayama, 1991b, citados por Church 2003 ). El punto de vista independiente de la personalidad, es él más conocido en los países occidentales, e incorpora las siguientes ideas:
- La persona es una entidad autónoma definida por un conjunto distintivo de atributos, cualidades y procesos
- La configuración interna de atributos y procesos, determina la causa de la conducta
- La conducta individual variará porque la gente varía en sus configuraciones de atributos internos y en los procesos
- La gente debe expresar sus atributos y procesos en la conducta para que exista una consistencia en la conducta a través de situaciones y estabilidad a través del tiempo y esta consistencia y estabilidad es buena
- El estudio de la personalidad es importante porque llevará a un entendimiento de cómo predecir y controlar la conducta
En contraste, el punto de vista interdependiente de la personalidad, el cual es el más prevalente en Asia, África, Latinoamérica, y algunos países del sur de Europa, incorpora los siguientes puntos de vista:
- La persona es una entidad interdependiente que forma parte de una relación social envolvente
- La conducta es una consecuencia al reaccionar hacia otros con quien se es interdependiente. Los orígenes de la conducta se encuentran en las relaciones y la gente se conoce a través de sus acciones dentro del contexto de la relación social
- La naturaleza precisa de un contexto social dado, frecuentemente varía para que la conducta individual sea una variable de una situación a otra.
- El estudio de la personalidad es importante porque conduce a un entendimiento de la naturaleza relacional e interpersonal de la conducta
En una serie de artículos, Markus, Kitayama, y sus colegas explicaron: (a) el cómo los grupos culturales diferentes, están asociados con patrones característicos de participación sociocultural, y por extensión, las maneras específicas de la cultura de “ser o tener” una personalidad , (b) el cómo los puntos de vista de un grupo cultural sobre el yo y la personalidad son permeantes en la cultura porque están enraizados en instituciones, prácticas y patrones, y no sólo en ideas y valores ; y (c) cómo las concepciones culturales sobre la coherencia de la personalidad son también construidas socialmente.
Aunque Markus y Kitayama (1991b) reconocen la existencia de atributos internos del yo (p. ej., características personales, habilidades, y opiniones), estos atributos son vistos como específicos a la situación, y por lo tanto exclusivos y no confiables. Aún más, estos atributos se contrastan con muchos aspectos de sí mismo en contextos específicos, y por lo tanto no son importantes para predecir la conducta Markus y Kitayama (1991b) proponen una perspectiva teórica que ha tenido un impacto muy grande sobre la psicología transcultural y la psicología tradicional y que ofrece un marco de referencia unificado para explicar muchas diferencias culturales en cognición, motivación, y emoción, que han sido identificadas en estudios transculturales, la teoría, sin embargo ha sido cuestionada.
Matsumoto (1999 citado por Church 2003 ), entre otros , también ha advertido que los esfuerzos por caracterizar a las culturas o individuos en términos de dicotomías culturales amplias puede ser simplista. De hecho, muchos investigadores han comenzado a investigar el yo en todas las culturas como algo que incorpora autoconceptos independientes e interdependientes en diferentes niveles, con diferentes niveles de sí mismo, los cuales son accesibles y prominentes de una manera diferencial en diferentes contextos Esto sugiere que las implicaciones del autoconcepto para la descripción de la persona, atribuciones de rasgos, y consistencia conductual que han sido propuestos por Markus y Kitayama (1998) también pueden ser materia de importancia para los contextos culturales. Por ejemplo, la conducta importante de rasgos puede mostrar algo de la consistencia transituacional en todas las culturas, pero aún más, a través de diversas situaciones culturales, sobretodo en culturas donde los autoconceptos independientes son más sobresalientes. Los puntos de vista más moderados de los psicólogos culturales y de los teóricos del individualismo y colectivismo (por ej., Markus y Kitayama, 1998; Triandis, 1995 citados por Church 2003) son consistentes con las siguientes predicciones a cerca del autoconcepto, las descripciones de personas, las atribuciones, y la conducta en diferentes culturas, y la exactitud y validez de las evaluaciones de los rasgos:
v Los autoconceptos y las descripciones de otros, pueden ser definidas con menos atributos internos (es decir, rasgos), a lo menos de una naturaleza menos global y no-contextual, en culturas colectivistas, comparadas con culturas individualistas
v Las personas de culturas individualistas se enfocan más en los rasgos cuando hacen inferencias sobre la conducta, mientras que las personas en culturas colectivistas se enfocan más en los factores contextuales
v Las personas en culturas colectivistas exhiben una consistencia menos temporal y trans-situacional en su conducta que las personas de culturas individualistas
v La conducta de las personas en culturas colectivistas, comparadas con la conducta de las personas en culturas individualistas, será menos predecible a partir de las evaluaciones de disposiciones internas, tales como los rasgos de la personalidad o las actitudes y más predecible a partir de papeles sociales y de las normas.
v Las autoevaluaciones basadas en rasgos en culturas individualistas serán distorsionadas por tendencias de automejoramiento, mientras que las evaluaciones basadas en rasgos en culturas colectivistas no reflejaran estas tendencias y reflejaran tendencias de autodevaluación.
La primera predicción parte de la hipótesis que sugiere que en las culturas colectivistas la persona es vista como un ser menos autónomo con atributos internos abstractos, y más en términos de relaciones especificas, roles sociales y contexto. La segunda predicción parte de que (a) el énfasis diferencial de los atributos personales sobre las normas y papeles sociales son determinantes de la conducta en culturas individualistas y no en colectivistas; y (b) de la presuposición de que éstas diferencias conducirán a diferencias culturales en inferencias a cerca de las metas durante la atribución conductual (Krull, 1993; Newman, 1993 citados por Church 2003 ). La cuarta y quinta predicción se deriva de la perspectiva de que las culturas individualistas se componen de personas autónomas que deben expresar sus atributos individuales, mientras que las personas en culturas colectivistas, deben exhibir conducta más variables a través del tiempo y en varias situaciones en respuesta a estímulos contextuales (p.e., Markus y Kitayama, 1998). La quinta predicción supone la hipótesis que aquellos con “yoes” independientes, para quienes los atributos internos son algo central para su propia identidad, serán motivados a identificarse, confirmar y mejorar sus atributos internos en una manera positiva del yo
Las perspectivas de la psicología cultural y de los rasgos son algunas veces vistas como algo incompatible (Shweder, 1991 citado por Church 2003). Parece posible, sin embargo, poder integrar ambas aproximaciones, si una pudiera refutar los puntos de vista más extremos de aquellos que cuestionan la idea de que la persona individual es una entidad psicológica separada con un sentido de yo único, y con procesos psicológicos y características internas. En una crítica detallada del razonamiento conceptual y de la evidencia empírica de este punto de vista, Spiro (1993 citado por Church 2003) concluyó que, tal falta de diferenciación entre el yo-y-el-otro en las culturas occidentales es dudosa, y que algunos autores tal vez han coincidido en la distinción entre la autonomía interpersonal y la autonomía intrapsíquica
De hecho, etnógrafos discuten que la habilidad para diferenciar el yo de otros y del mundo de objetos, es un hecho básico de la naturaleza humana en todas las culturas. Por ejemplo, Lutz (1985 citado por Church 2003) arguye de que “sin una noción del yo como algo distinto de los otros yoes y de los objectos, la creación, percepción, y la construcción del mundo social y del orden moral sería imposible” . Lebra (1994 citado por Church 2003 ) indicó que “un descubrimiento de la variación cultural en autoconciencia no desaprueba sino que confirma la tesis universal del yo” . Wierzbicka (1993 citado por Church 2003 ), indica que las investigaciones translingüísticas demuestran que “la idea de una ‘persona’ que ‘piensa’, ‘quiere,’ ‘siente,’ y ‘conoce,’ (también que ‘dice’ y ‘hace’ varias cosas) parece ser un fenómeno universal” . Entonces, discute que “el concepto de una persona individual es una probabilidad del todo universal” y que “la idea de que la noción de ‘persona’ es un producto de la cultura occidental simplemente es invalida” .
Fiske (1995 citado por Church 2003) también sostiene que aún en las culturas que explican la conducta en términos de papeles sociales y de normas, los individuos están conscientes de sus propias metas privadas y de sus deseos, especialmente cuando éstas se encuentran en conflicto con sus obligaciones sociales. De hecho, Sekikides y Skowronski (1997 citados por Church 2003) discuten que el yo simbólico de la adaptación evolucionista, aunque sus contenidos varían a través de las culturas, todos los individuos tienen un yo simbólico distinto en cual incluye, entre otras cosas, una representación de las características de la personalidad de uno.
Además, uno puede adoptar un punto de vista de la psicología cultural de que la persona y la cultura se encuentran mutuamente constituidos sin ignorar la evidencia y el papel potencial de los rasgos heredados. Los psicólogos evolucionistas nos recuerdan, por ejemplo, que el decir que los fenómenos psicológicos son socialmente construidos solamente significa que el ambiente sociocultural provee algunos de los inputs usados por los mecanismos psicológicos del individuo. Similarmente, al nivel individual, podemos discutir que los rasgos heredables de la personalidad son ya existentes con prioridad (a priori) a la cultura, es decir, se encuentran codificados en el genoma del individuo antes de cualquier exposición cultural durante su desarrollo. Estas disposiciones heredables pueden (a) tener influencia sobre como uno procesa y reacciona al input de la cultura y por lo tanto constituye una fuente adicional de la variabilidad individual en la conducta, y (b) contribuye hacia el mantenimiento o al cambio de las instituciones y prácticas culturales. Al mismo tiempo, la cultural probablemente influenciaría la manera y hasta qué punto los rasgos se expresan en determinados contextos. McCrae y Costa (1996 citados por Church 2003 ) discuten un punto similar en su teoría de la personalidad de acuerdo a los Cinco Grandes cuando distinguen entre las tendencias básicas heredables tales como los rasgos de los Cinco Grandes, las cuales ellos ven como independientes de la cultura, y las adaptaciones características tales como los autoconceptos y los deseos personales, los cuales son vistos como una función conjunta de las tendencias básicas y de las influencias externas tales como normas culturales.
Los psicólogos culturales algunas veces reconocen las limitantes biológicas sobre la persona pero no han hablado hasta ahora de lo que implican estas limitantes sobre el contenido y los procesos del yo, sobre las atribuciones disposicionales y situacionales, o sobre la consistencia conductual. Por supuesto, una cuestión relacionada con la investigación empírica es, si las influencias socioculturales en algunas culturas son más fuertes hasta el punto de que cualquier variabilidad individual que pueda resultar de los rasgos heredados es suprimida completamente, pero esta posibilidad parece algo improbable.
En su esfuerzo por diferenciar los autoprocesos asociados con el individualismo y el colectivismo, los psicólogos culturales han tendido a no ponerle mucha importancia o a ignorar el papel moderador de las disposiciones de la personalidad. Markus y Kitayama (1998, citados por Church 2003) reconocen que el papel de la distintividad individual en el Japón, por ejemplo, al contrastar estudiantes que se clasifican de acuerdo al papel del estudiante rashii por ser ya sea, inteligente o entusiasmado, pero notan que “ésta distintividad en sí misma es predicada en la naturaleza contingente del contexto de la persona” ; es decir, supuestamente, el ser un estudiante diligente no necesariamente implicaría nada acerca del concepto mas amplio de conciencia. Kitayama y otros (1997 citados por Church 2003) también conceden que algunos individuos podrían resistir la tendencia central cultural, por ejemplo, al buscar más la independencia o la interdependencia de sus normas culturales, pero a no considerar explícitamente si éstas diferencias intragrupales podrían estar asociadas con rasgos pertenecientes de la personalidad, tales como la apertura a la experiencia o la autonomía.
Comenzando con la variable ‘persona’, el marco conceptual incorpora rasgos universales que son culturales, evolucionados y heredables, los cuales existen “con prioridad” a cualquier influencia cultural sobre el individuo, pero que su manifestación en diferentes contextos pueden ser influenciados por la cultura. La existencia de rasgos heredables con significancia adaptativa, combinada con una perspectiva ecologista-realista sobre la percepción de la persona (Baron y Misovich, 1993; McArthur y Baron, 1983, citados por Church 2003) conduce a predicciones de que los rasgos, serán elemento del autoconcepto y serán espontáneamente inferidos y percibidos con algo de exactitud en todas las culturas La perspectiva ecologista-realista postula, con algo de apoyo empírico, que las disposiciones pueden ser directamente percibidas a través de indicadores evolucionados (p. ej. Expresión facial, postura al caminar, cualidades vocales, etc.) especialmente si uno puede observar a la gente en el contexto de actividades que son importantes en cuanto a rasgos (Baron y Misovich, 1993; Zebrowitz-McArthur, 1988, citados por Church 2003). La perspectiva ecologista-realista, es también consistente con la teoría evolucionista de Buss (1996, citado por Church 2003), la cual postula que los seres humanos han evolucionado mecanismos para detectar diferencias, las cuales son dan habilidad para colocar a otros, en las dimensiones de los Cinco Grandes.
Al mismo tiempo, debido a diferencias ecológicas, institucionales, y sociohistóricas, las culturas vienen a diferir a lo largo de éstas dimensiones asociadas con el individualismo y colectivismo, incluyendo las diferencias en los autoconceptos independientes e interdependientes. Desde la perspectiva de la teoría del individualismo-colectivismo, podemos predecir diferencias culturales en el impacto de los factores contextuales tales como los papeles sociales, las normas y los contextos situacionales sobre los autoconceptos, las inferencias de rasgos, y sobre la consistencia de la conducta Una visualización más completa del modelo requerirá los siguiente elementos: (a) evaluación transcultural de las teorías implícitas acerca de los rasgos en contraste con la naturaleza contextual de la conducta ; (b) la adaptación de los inventarios existentes sobre autorregulación social para poner énfasis sobre aquellos aspectos del constructo que sea más importante para las diferencias transculturales e individuales en la consistencia conductual relacionada con los rasgos; (c) estudios adicionales sobre la disponibilidad o accesibilidad de los aspectos internos o contextuales del autoconcepto, (d) estudios adicionales transculturales sobre las atribuciones disposicionales en contraste con las contextuales, con un enfoque especialmente sobre las conductas en ambientes naturalistas, además de estudios transnacionales que apliquen paradigmas existentes para el estudio de rasgos espontáneos en contraste con inferencias situacionales; (e) estudios transculturales sobre las tendencias de automejoramiento en las evaluaciones de la personalidad, usando muestras mas amplias de culturas individualistas y colectivistas, y con en enfoque más amplio sobre el posible papel de las diferencias individuales en estas tendencias; (f) estudios comparando la validez de criterio en las evaluaciones de rasgos a través de culturas diversas, usando medidas equivalentes y criterios comparables; (g) estudios culturales comparativos de la consistencia conductual basada en rasgos, especialmente usando métodos de muestreo basados en la experiencia u observaciones conductuales en ambientes naturalistas; (h) estudios culturales comparativos acerca de la variabilidad a través de papeles sociales cuando se trata de evaluaciones de rasgos, los cuales podrían tratar sobre las diferencias transculturales en la consistencia conductual y sobre las conceptualizaciones de la coherencia en la personalidad; (i) estudios longitudinales; los puntajes sobre rasgos serán menos estables en las culturas colectivistas a largo tiempo; y (j) estudios comparativos del acuerdo entre jueces en juicios sobre la personalidad usando dimensiones comparables de rasgos y jueces a través de las culturas; tales estudios podrían tratar el grado hasta el cual las mismas variables moderan el acuerdo entre jueces en las diferentes culturas
En relación con la aproximación transcultural de los rasgos y en una manera general, la investigación sobre la comparabilidad de la personalidad en estudios trasnsculturales necesita extenderse hacia la organización de las dimensiones inferiores en una estructura jerárquica de la personalidad. La investigación existente se ha enfocado exclusivamente en dimensiones superiores como en el caso de los Cinco Grandes. Se necesitan esfuerzos más grandes para identificar y evaluar los constructos de la personalidad indígena y para determinar si estos agregan algo a los Cinco Grandes, especialmente en predicciones de criterios que son importantes para la sociedad. Más estudios sobre diferencias culturales basados en la media aritmética para determinar los rasgos puede adelantar nuestro entendimiento de cómo la cultura moldea la personalidad, asumiendo que los métodos que se han adoptado, pueden eliminar interpretaciones rivales sobre diferencias en los puntajes (p. ej. Sesgos en respuestas, falta de equivalencia métrica).
Para poder desarrollar un modelo de la psicología de los rasgos que este completamente integrado, se deben desarrollar más investigaciones que aborden cuestiones tales como: ¿Qué tan comparables son las manifestaciones conductuales de los rasgos universales a través de las culturas? ¿Cuáles son las condiciones de los rasgos particulares, que pueden ser libremente expresados o inhibidos en las diferentes culturas? ¿Es cierto que personas en culturas individualistas, comparadas con personas en culturas colectivistas, tienen mayor libertad para encontrar situaciones que son congruentes con ciertos rasgos? ¿Es cierto que los rasgos heredables y las influencias socioculturales interactúan en una manera similar a través de las culturas en la formación de variables mediadoras cognitivas y afectivas tales como expectativas, humor, metas, y planes? ¿Son los múltiples aspectos del yo en las personas de culturas individualistas más congruentes que en las personas de culturas colectivistas, y es esta congruencia más importante para el bienestar subjetivo en las culturas individualistas? ¿Es la consistencia conductual en papeles sociales integrada por diferencies implicaciones para el ajuste psicológico o el bienestar en diferentes culturas? ¿Serán los perfiles basados en la situación y la conducta más importantes en la descripción de la personalidad y de la conducta en culturas colectivistas que en las culturas individualistas? ¿Será la incorporación de un contexto situacional en reactivos de la personalidad más importante en culturas colectivistas que en las culturas individualistas para una evaluación más válida y significativa? ¿Será más crucial el desarrollo de una taxonomía interaccionista entre la personalidad y la situación cuando se trata de descripción y evaluación de la personalidad en culturas colectivistas que en culturas individualistas, y que tan comparable serán estas taxonomías interaccionistas a través de las culturas? Finalmente, ¿serán suficientes las distinciones amplias entre las culturas individualistas y colectivistas (o autoconceptos independientes e interdependientes) para explicar las diferencias culturales sobre la rasgosidad de los autoconceptos, las atribuciones, y la conducta, o se requerirá de una mayor calibración o un mayor número de distinciones multidimensionales?
En conclusión, la integración de las perspectivas dominantes de la psicología de los rasgos y de la psicología cultural en el estudio de la cultura y la personalidad son posibles, y que tal integración incluiría modelos integrados y cuestiones de investigación tales como los que hemos propuesto. Un objetivo de este artículo ha sido el facilitar una síntesis de la teoría y la investigación desde ambas perspectivas, con la expectativa de que tal síntesis conducirá a una descripción más completa y exacta de la relación entre la cultura y la personalidad.