En contextos de crisis debidas a fenómenos naturales o desastres naturales, como la reciente vivida conocida como "DANA", las comunidades impactadas se enfrentan a diversos desafíos significativos, como la destrucción de sus hogares, el acceso restringido a servicios esenciales y las secuelas emocionales de experiencias traumáticas.
En este escenario, los/as trabajadores/as sociales cumplen un rol fundamental al abordar tanto las necesidades urgentes como las de largo plazo de las personas afectadas, brindando apoyo psicológico, gestionando recursos y fomentando la recuperación colectiva.
Sin embargo, la eficacia de estas intervenciones puede depender de factores como en qué nivel se encuentra dicho desastre, la disponibilidad de material de apoyo, la coordinación entre instituciones y la capacidad para responder a las particularidades individuales de los colectivos vulnerables con mayor efectividad.