@En Ecuador, Desde 1985 hasta 2025, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) y la Escuela Superior Politécnica Agropecuaria de Manabí Manuel Félix López (ESPAM MFL) con la participación de las comunidades productoras y procesadoras de esta raíz han desarrollado diversas investigaciones y prácticas enfocadas en la producción sostenible de yuca (Manihot esculenta), integrando aspectos ambientales y de género, destacando: él Manejo agroecológico del cultivo, donde el INIAP y la ESPAM MFL promueves prácticas como rotación de cultivos, empleo de abonos orgánicos y para mantener la fertilidad del suelo y reducir la dependencia de agroquímicos, así como practicas nativas de fase lunar. Asimismo, la conservación de la biodiversidad, que ha permitido la identificación y conservación de variedades nativas de yuca con características nutricionales destacadas, como hojas con alto contenido proteico, con participación de las comunidades. Entre otra buena , destaca el manejo integrado de plagas, que ha desarrollado y fortalecido este enfoque en la yuca, que incluye el reconocimiento y control de artrópodos asociados al cultivo, promoviendo prácticas culturales que hacen de la yuca un cultivo ecológico
En cuanto al enfoque de género El INIAP y la ESPAM han trabajado como equipo en identificar y abordar la división de trabajó de acuerdo a género, las necesidades prácticas e intereses estratégicos de género en la producción y procesamiento de yuca, con énfasis en zonas productoras de ésta raíz en la provincia de Manabí. Se pretende empoderar a las mujeres en la agricultura, reconociendo su papel fundamental en la seguridad alimentaria y promoviendo su participación en la toma de decisiones relacionadas en la producción y procesamiento de esta importante raíz.
Según diversas fuentes, las buenas prácticas ambientales en el cultivo de yuca se orientan a lograr una producción sostenible, minimizando el impacto ecológico y protegiendo los recursos naturales, sin dejar de garantizar la productividad y la calidad del cultivo. Estas prácticas se incorporan en las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y se enfocan en aspectos como la conservación del suelo, el manejo eficiente del agua, el control integrado de plagas y el uso responsable de insumos.
1. Conservación y mejora del suelo: Es fundamental seleccionar y preparar adecuadamente el terreno, teniendo en cuenta su historial de uso y la capacidad de retención de nutrientes. Se promueve la aplicación de abonos orgánicos y prácticas como la rotación de cultivos y la incorporación de residuos vegetales para mantener la fertilidad del suelo y reducir la erosión. Estas medidas no solo mejoran la productividad, sino que también protegen la biodiversidad del ecosistema agrícola2.
2. Manejo eficiente del agua: Dado que el agua es un recurso esencial y a veces limitado, se recomienda la implementación de sistemas de riego adecuados y prácticas de conservación, como el mulching (acolchado) y la captación de agua de lluvia. Esto ayuda a optimizar el uso del recurso, reduciendo desperdicios y previniendo la sobreexplotación, lo cual es crucial tanto para la producción de yuca como para la preservación de los recursos hídricos en la zona.
3. Manejo integrado de plagas y enfermedades: La utilización de métodos biológicos y culturales para combatir plagas y enfermedades, en lugar de depender exclusivamente de plaguicidas químicos, es clave para proteger el medio ambiente. Estas prácticas incluyen el uso de controles biológicos, el monitoreo constante y la adopción de medidas preventivas, lo que permite reducir los riesgos de contaminación ambiental y la aparición de organismos resistentes.
4. Uso responsable de fertilizantes y agroquímicos: Se enfatiza la aplicación precisa y responsable de fertilizantes, priorizando el uso de abonos orgánicos y enmiendas naturales. Un manejo adecuado a niveles de dosis recomendados evita la contaminación por exceso de nutrientes y reduce el riesgo de lixiviación a cuerpos de agua cercanos. Esto es fundamental para mantener la salud del suelo y preservar la calidad del entorno.
5. Conservación de la biodiversidad y manejo del paisaje: La integración de áreas de conservación, la preservación de la vegetación ribereña y la mínima perturbación de la flora y fauna local forman parte de estas prácticas. Además, la diversificación de cultivos y la adopción de sistemas agroforestales favorecen un equilibrio natural que protege al ecosistema circundante y complementa el manejo sostenible del cultivo de la yuca.
6. Buen manejo post-cosecha y capacitación continua: La correcta cosecha, almacenamiento y transporte de la yuca permiten reducir pérdidas y minimizar los residuos, mientras que la capacitación constante de los productores en temas ambientales y en el uso de tecnologías sustentables es esencial para actualizar prácticas y asegurar el bienestar a largo plazo del medio ambiente.
En resumen, las buenas prácticas ambientales en el cultivo de la yuca se centran en el manejo responsable y sustentable del recurso, asegurando una producción que no comprometa la salud del ecosistema. Estas directrices, recogidas en guías técnicas de los organismos competentes, buscan equilibrar la productividad agrícola con la protección del medio ambiente, promoviendo un modelo de producción resiliente y sustentable.