Como dice Jeffrey Sachs el origen del déficit externo en los EE.UU. está en los recurrentes déficit fiscales que han hecho que los norteamericanos gasten más de lo que producen. Por tanto, se está tratando de corregir un problema con las herramientas inadecuadas.

Pablo Samaniego Ponce acierta al señalar la relevancia de los déficits fiscales en la explicación del déficit externo de EE.UU. Sin embargo, desde una perspectiva de nuestra latinoamerica, es crucial matizar esta afirmación y ampliar el análisis.

Si bien es cierto que el gasto excesivo del gobierno estadounidense contribuye al desequilibrio externo, no podemos obviar las asimetrías estructurales del sistema económico global que favorecen a las economías centrales como EE.UU. Los aranceles, en este contexto, no son meramente una "herramienta inadecuada" sino una expresión de la búsqueda de poder hegemónico y protección de intereses particulares, a menudo a costa de las economías periféricas.

Desde nuestra óptica, la solución no radica únicamente en la disciplina fiscal interna de EE.UU. Es imperativo abogar por una reforma del sistema financiero internacional que reduzca la dependencia de los países en desarrollo del dólar y promueva un comercio más justo y equitativo. Además, es fundamental que los países de la región fortalezcan sus mercados internos y diversifiquen sus economías para reducir la vulnerabilidad a las fluctuaciones de la economía estadounidense.

Por lo que puedo concluir que aunque el señalamiento del déficit fiscal es relevante, un análisis completo desde nuestra perspectiva latinoamericana exige considerar las dinámicas de poder global y la necesidad de transformaciones estructurales para alcanzar un desarrollo más autónomo y justo.

De acuerdo, mi respuesta se refería al ámbito de la pregunta original. Desde una perspectiva más amplia, la introducción de aranceles (con los avances y retrocesos observados) de la actual administración de los EE.UU., obviamente tiene efectos diferenciados sobre las economías que exportan a ese mercado. El efecto depende del grado de dependencia y de la política con respecto al tipo de cambio que establezcan los países afectados. Sin embargo de ello, los aranceles implican una reducción del ingreso disponible en los EE.UU., por lo que se prevé una reducción de la demanda, lo que va a afectar las exportaciones a ese país.

Las restricciones al comercio no son nuevas, sino que ahora son masivas. El Ecuador, por ejemplo, ha tenido continuas restricciones en las exportaciones de camarón a los EE.UU. y de banano a Europa, pese a los fallos positivos de la OMC a favor del Ecuador en los dos casos. Por tanto, lo que ahora aparece es una política económica internacional generalizada que está desnudando la condición colonial y postcolonial de dependencia-dominación, la que pretenden mantener los países del Atlántico Norte en el marco de una relación aún más desigual.

Sin embargo, en esta semana China entró en escena para ofrecer otro modelo de relaciones comerciales internacionales que aprovecharía la desviación del comercio que están provocando los aranceles impuestos por los EE.UU. Pero, en lo sustancial esta disputa tiene límites pues los países más industrializados son deficitarios en alimentos, materias primas y energía, por lo que la política de EE.UU. no está mirando esas provisiones en el largo plazo, totalmente contrario a lo que está haciendo China, es decir, asegurando esas provisiones que, en algunos casos, serán cada vez más escasas.

Finalmente, Europa parecería que todavía no resuelve qué estrategia adoptar puesto que su sector industrial se está jugando entre las restricciones de EE.UU. y la competencia de China y otros países emergentes en la producción de vehículos híbridos y eléctricos, y algunas maquinarias con tecnología de punta.

Pablo Samaniego Ponce , agradezco su lúcida ampliación, especialmente al señalar cómo las restricciones comerciales masivas "desnudan la condición colonial y postcolonial de dependencia-dominación". Este es, precisamente, el núcleo de mi argumento. Los aranceles de EE.UU., más allá de su efectividad económica inmediata o su reversión, son síntomas de una disputa hegemónica que impacta desproporcionadamente a la periferia.

La reducción del ingreso disponible en EE.UU. y la consecuente caída de la demanda son preocupantes, pero la vulnerabilidad de nuestras exportaciones a tales fluctuaciones es una consecuencia directa de esa dependencia estructural que usted tan bien describe. La solución no puede ser meramente adaptativa.

Si bien la irrupción de China con un modelo alternativo es un factor a considerar, la verdadera resiliencia de América Latina radica en fortalecer su propia autonomía. Esto significa ratificar y profundizar la integración regional, construyendo mercados internos robustos y diversificando nuestras relaciones comerciales de manera estratégica, no solo por "desviación" sino por convicción. Debemos trascender la lógica de ser meros proveedores de materias primas o receptores pasivos de políticas externas. La disputa global por recursos y mercados exige que consolidemos una voz y un poder de negociación propios, forjando un desarrollo endógeno y justo que rompa con las cadenas de la dependencia histórica.

Aranceles de EE.UU.: Una Lente para la Dependencia Latinoamericana

Estimado Pablo Samaniego Ponce, agradezco su lúcida ampliación, especialmente al señalar cómo las restricciones comerciales masivas "desnudan la condición colonial y postcolonial de dependencia-dominación". Este es, precisamente, el núcleo de mi argumento y, como economista mexicano, lo veo con una claridad preocupante en nuestra región. Los aranceles de EE.UU., más allá de su efectividad económica inmediata o su reversión, son síntomas de una disputa hegemónica que impacta desproporcionadamente a la periferia.

La reducción del ingreso disponible en EE.UU. y la consecuente caída de la demanda son preocupantes, pero la vulnerabilidad de nuestras exportaciones a tales fluctuaciones es una consecuencia directa de esa dependencia estructural que usted tan bien describe. Tomemos a México como ejemplo: en 2023, más del 80% de nuestras exportaciones totales se dirigieron a EE.UU. (Fuente: INEGI, 2024). Esta concentración extrema nos hace particularmente susceptibles a cualquier contracción en la demanda estadounidense o a la imposición de aranceles, como los propuestos sobre la importación de acero y aluminio, que si bien buscan proteger la producción interna de EE. UU. (que representó cerca de 70 millones de toneladas de acero en 2023), impactan severamente a nuestros fabricantes.

Si bien la irrupción de China con un modelo alternativo es un factor a considerar (el comercio bilateral entre América Latina y China superó los 450 mil millones de dólares en 2023 y se proyecta que superará los 500 mil millones en 2025- Fuente: CEPAL, 2024), la verdadera resiliencia de América Latina radica en fortalecer su propia autonomía. Esto significa ratificar y profundizar la integración regional, construyendo mercados internos robustos y diversificando nuestras relaciones comerciales de manera estratégica, no solo por "desviación" sino por convicción.

No podemos seguir siendo meros proveedores de materias primas o receptores pasivos de políticas externas. La disputa global por recursos y mercados exige que consolidemos una voz y un poder de negociación propios, forjando un desarrollo endógeno y justo que rompa con las cadenas de la dependencia histórica. La diversificación de socios, la inversión en infraestructura intrarregional y la promoción de cadenas de valor latinoamericanas son pasos urgentes para asegurar nuestra prosperidad.