Our death is a last journey of our life after our arrival on this holy earth & as such with our arrival birth & death are a good companion of our life .With our life we have to pass & to carry of our action in a worthy mode so that we may also remain in a healthy environment in peaceful manner & fragrance of our action also helps our family surrounding in a happy environment .
Love is bondage but it is not slavery .Love is outcome of our resulting fruits of our previous lives & these we can cherish nurture ,& offer the rosy fragrance through our mind within our inner divinity .This sort of our Love we are observing & witnessing among our family & social surrounding & this nature of love never expects any grace from the LOVE with we pass to our surrounding members .
We have observe that all our incarnate have shower this nature e of Love to entire human beings of our universal .This nature of love has becomes a source of inspiration for our life.Which we firmly belief '' LOVE IS GOD & GOD IS LOVE''
Bellísimo cantar, donde encontrar y compartir una de las preguntas fundamentales de la vida. Muchas gracias.
El Amor, tiene la primera y última palabra; como acto perfecto Es más fuerte que la muerte. Algunos matices a esta respuesta las encuentro en la visión de quien es para mí maestro en la Maestría Internacional de cuidados paliativos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Marcos Gómez Sancho, en algunos pasajes que comparto como sigue:
Enlaza, une esa hilera histórica de generaciones y generaciones de muertos, lo expresa Cabral del Hoyo(1) en su poema “Oficio de Difuntos”
[...]
Dar la vida –la muerte– lo justifican solo una fe inquebrantable o un amor infinito.
Simmons(2) sugiere que la condición para aceptar a la muerte es vivir la propia vida:
“En la medida que he vivido, puedo permitirme morir. Si considero mi vida insuficiente, gris o desdichada, no quiero dejarla; insisto en vivir más, para tener más oportunidades y ocasiones, que de hecho no tengo. En cambio, si logro congraciarme con mi vida, si puedo saludarla, perdonarla, amarla, entonces puedo separarme de la vida sanamente y con satisfacción. Para obtenerlo, tengo que perdonarme los errores que he cometido, apreciarme, mostrarme agradecido por las cosas que me he dado, aceptar aquello que ya no se puede cambiar, abrazarme a mí mismo y darme una mano para hacer frente a la mayor de las pérdidas: mi muerte”.
Es el mismo mensaje de aquella canción que interpretaba Julio Iglesias y que se llamaba, precisamente, “Me olvidé de vivir”:
De tanto correr por la vida sin freno
Me olvidé que la vida se vive un momento
De tanto querer ser en todo el primero
Me olvidé de vivir los detalles pequeños.
De tanto jugar con los sentimientos
Viviendo de aplausos envueltos en sueños
De tanto gritar mis canciones al viento
Ya no soy como ayer, ya no se lo que siento.
Me olvidé de vivir
...]
Decía Antonio Gala(3) que la vida hay que vivirla en compañía, sin que la competitividad la esterilice, sin que la profesión la atosigue, sin que la velocidad la destruya.
“Si nuestros contemporáneos no pueden afrontar la muerte, es debido a que han perdido el gusto y el sentido de la vida. Están divididos entre el aburrimiento de vivir y el miedo a morir. Si queremos quitarle a la muerte la última palabra, y vencerla con la vida, tenemos que mirarla a la cara, y hablar de ella, porque muerte y vida van, en realidad, unidas como el agua de un río con la del mar”(4).
Así lo expresa Khalil Gibran(5) en su bellísimo librito “El Profeta”:
“Entonces Almitra habló, diciendo: Nos gustaría preguntarte acerca de la Muerte.
Y él dijo:
Querríais conocer el secreto de la muerte.
¿Pero cómo podríais descubrirlo si no lo buscáis en el corazón de la vida?
La lechuza, cuyos ojos, hechos para la noche, están velados para el día, no pueden descubrir el misterio de la luz.
Si queréis realmente contemplar el espíritu de la muerte, abrid de par en par las puertas de vuestro corazón al cuerpo de la vida.
Pues la vida y la muerte son una misma cosa, como el río y el mar son una misma cosa.
En la profundidad de vuestras esperanzas y aspiraciones duerme vuestro silencioso conocimiento del más allá.
Y como semillas soñando bajo la nieve, así vuestro corazón sueña con la primavera.
Confiad en los sueños, pues en ellos se ocultan las puertas de la eternidad.
Vuestro temor de la muerte es semejante al temor de los pastores cuando se encuentran delante del rey, y este último extiende la mano en señal de agasajo.
¿No se regocija el pastor, a pesar de su temor, de recibir el agasajo del rey?
Sin embargo, ¿qué es morir sino exponerse, desnudo, a los vientos y a disolverse en el sol?
¿Y qué es cesar de respirar sino liberar al aliento de sus mares agitados, a fin de que se levante y se expanda y busque a Dios libremente?
Y solo cuando bebiereis del río del silencio podréis realmente cantar.
Y solo cuando alcancéis la cumbre de la montaña empezaréis a subir.
Y cuando la tierra recupere vuestros miembros podréis verdaderamente danzar.”
Referencias
Cabral del Hoyo R. Casa Sosegada 1940-1992. México: Fondo de Cultura Económica; 1992. p. 350-351.
Simmons B. Vivere è separarsi. En: Le separazioni nella vita. Asís: Citadella Editrice; 1985. p. 100.
Gala A. La casa sosegada. Barcelona: Planeta; 1998. p. 168.
Gómez Sancho, Marcos. Medicina Paliativa: La respuesta a una necesidad. Maestría Internacional de Cuidados Paliativos, 2016. p. 78.
vKhalil Gibran G. El Profeta. Barcelona: Urano; 1988. p. 117-118.