El principal objetivo que sigue el trabajo social es promover y apoyar la autonomía personal de los usuarios con quienes se realiza la intervención.
La falta de recursos y de personal cualificado para desarrollar programas y proyectos que doten de herramientas efectivas a los beneficiarios en la resolución de problemas, limita el impacto del trabajo que se realiza.
Como consecuencia, el trabajador social a menudo se percibe como un proveedor de prestaciones económicas o como un apoyo emocional, pues no puede desempeñar plenamente el papel de agente de cambio que impulsa a las personas a superar las circunstancias que atraviesan, por lo que existe una tendencia a depender del sistema de prestaciones español.