Los menores que han sufrido maltrato se enfrentan a una serie de desafíos, tanto físicos, emocionales como psicológicos, además, el maltrato abarca diferentes tipos según su manifestación (abuso emocional, físico, sexual o negligencia).
Normalmente, los niños/as que han experimentado maltrato suelen presentar síntomas psicológicos, como pueden ser ansiedad o depresión, incluso ambas. Por eso mismo es fundamental brindar apoyo y recursos en busca de su bienestar, ya que, en caso de no tener una recuperación, podría manifestar desafíos en su vida adulta. ¿Cómo debe actuar el trabajador o la trabajadora social?
Estudiando Trabajo Social, he aprendido que el papel de esta profesión es muy importante para garantizar protección, acompañamiento a menores que han sufrido maltrato. La actuación debe ser integral, empática y además enfocada a restablecer el bienestar del menor, asegurando siempre su seguridad y sus derechos.
Es esencial que se detecte y evalúe la situación más pronto que tarde y una vez identificado el caso, es crucial actividad los protocolos de protección infantil, garantizando que el menor esté en un entorno seguro y libre de violencia. Además, el profesional debe ofrecer apoyo emocional pero no solo al menor, pues si es posible, también a su familia y generar un espacio de confianza. Otro punto importante es hacer un seguimiento continuo del caso, asegurándose que las medidas adoptadas sean efectivas y que el menor regirá el acompañamiento necesario durante todo el proceso.
En definitiva, el trabajador social no solo debe centrarse en la protección, si no además ofrecer herramientas para reconstruir el bienestar emocional y social del menor, tratando siempre desde el respeto, la sensibilidad y la defensa de sus derechos.
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