Las personas cambian a lo largo de su vida, y en el trabajo social es clave entender estas etapas para adaptar las intervenciones a las necesidades de cada grupo de edad.
Cierto es, como se comenta, que las personas cambian a lo largo de su vida. Sin embargo, en el ámbito del Trabajo Social esto no es un hecho meramente teórico u objetivo, ya que también influye en cómo se realizan las intervenciones en el mismo.
También es cierto, que no es ni mucho menos lo mismo trabajar con un niño que con una persona adulta, ya que la manera de ver el mundo, afrontar situaciones, necesidades y capacidades son totalmente distintas.
Hablando ya más allá de la teoría del desarrollo humano, también es destacable que cada etapa evolutiva trae consigo nuevas experiencias, nuevas teorías, desarrollos del pensamiento, necesidades e incertidumbres.
Incertidumbres como por ejemplo no encontrarse a uno mismo o miedo a la soledad cuando uno crece.
Experiencias como dejar el hogar parental y formar un nuevo hogar desde cero, por ejemplo.
También es destacable los cambios físicos que experimentan las personas a lo largo de su vida.
Es importante entender que el Trabajo Social se adapta continuamente a estos factores, aplicando o añadiendo constantemente otros como la empatía y sensibilidad hacia el entorno y el usuario en sí, por lo que no es solo una disciplina únicamente técnica.
Contestando realmente a la pregunta, las etapas del desarrollo humano ayudan al Trabajo Social porque como he mencionado antes, permiten comprender mejor las necesidades, incertidumbres y cambios de cada individuo o persona.
Un ejemplo de ello sería que en la etapa adolescente se trabajan conceptos como la búsqueda de la propia identidad.
Estas etapas ayudan en conclusión al Trabajo Social a adaptar necesidades e intervenir de manera más sensibilizada sin encasillar a la persona o usuario, lo que permite un acercamiento más cercano y no tan teórico o técnico.