La violencia de género es, sin lugar a dudas, un factor significativo en la migración forzada de mujeres provenientes de países con bajos niveles de desarrollo. Este fenómeno es complejo y multifactorial, pero existen evidencias claras de que las mujeres que enfrentan la violencia. En los contextos de países con bajos niveles de desarrollo, la violencia de género no solo es una cuestión de derechos humanos, sino también un indicador de desigualdad estructural y de las limitadas oportunidades para las mujeres. En muchos casos, los sistemas judiciales y las políticas públicas son insuficientes o ineficaces para abordar esta violencia, lo que perpetúa la vulnerabilidad de las mujeres. Las situaciones de violencia doméstica o de género no solo se dan dentro da demás, la migración forzada de mujeres debido a la violencia de género está íntimamente relacionada con la falta de acceso a redes de apoyo, como servicios sociales, asistencia legal y apoyo psicológico, que en muchos países en desarrollo son escasos o inexistentes. Las mujeres, particularmente en entornos rurales o en comunidades marginadas, enfrentan barreras significativas para acceder a estos servicios, lo que las coloca en una posición de mayor vulnerabilidades este sentido, la violencia de género contribuye no solo a la decisión de emigrar, sino también al proceso migratorio en sí, ya que muchas mujeres migrantes que huyen de la violencia enfrentan riesgos adicionales durante su travesía, incluyendo explotación, abuso sexual y trata de personas. Por lo tanto, la violencia de género es, sin duda, un factor crucial que impulsa la migración forzada de mujeres en países con bajos niveles de desarrollo, reflejando una intersección compleja entre desigualdad de género, pobreza, inseguridad y falta de acceso a derechos fundamentales. Esto subraya la necesidad urgente de implementar políticas públicas que aborden tanto la violencia de género como las condiciones socioeconómicas que obligan a las mujeres a tomar.